Cientos de fieles participaron en una manifestación espiritual ancestral en los cerros Huaynarroque y Espinal, donde la fe y la costumbre andina se entrelazan cada Semana Santa.
Durante el Viernes Santo, la ciudad de Juliaca fue escenario de una de sus tradiciones religiosas más significativas: la tradición de los nudos en ichu. Desde muy temprano, decenas de peregrinos iniciaron su ascenso hacia los cerros Huaynarroque y Espinal, cargando consigo fe, esperanza y haciendo nudos en los ichus, una planta nativa de la región altiplánica.
Este acto simbólico consiste en anudar pequeñas porciones de ichu durante el ascenso como una forma de oración silenciosa, reflexión personal o compromiso espiritual. Cada nudo representa una intención: una promesa, una petición o una muestra de arrepentimiento.
La práctica también conmemora la crucifixión de Jesucristo, simbolizando su camino al calvario y su posterior ascensión. Subir el cerro se interpreta como una muestra de sacrificio y el ichu, por su humildad, refleja la vida sencilla de Jesús.
Una tradición que trasciende generaciones
Pese al paso del tiempo, esta costumbre ancestral ha logrado mantenerse viva en el corazón de los fieles. La tradición de los nudos en ichu no solo refleja la religiosidad de los juliaqueños, sino también su vínculo con las prácticas culturales heredadas de generaciones anteriores.
A través de este rito lleno de significado, la población reafirma su fe en medio del dolor y la esperanza que representa el Viernes Santo, consolidando una identidad espiritual que une lo sagrado con lo ancestral.