Liderados por Erick Moreno Hernández, alias “El Monstruo”, los injertos del cono norte siembran el miedo en Lima Norte con sus crímenes grabados y difundidos en redes.

Graban todas sus fechorías para que no quede duda de su brutalidad. Los injertos del cono norte, encabezados por Erick Moreno Hernández, alias “El Monstruo”, han adoptado una estrategia que combina violencia y tecnología. Como en épocas del terrorismo, estos delincuentes difunden videos de sus crímenes, dejando mensajes de odio y amenazas que atemorizan a la población.

En San Martín de Porres, Janet aún recuerda al mayor de sus hijos, Mario Sernaque Regalado, asesinado hace apenas ocho días. Lo persiguieron por varias cuadras en moto y, sin mediar palabra, un sicario apretó el gatillo mientras lo grababa. El video, compartido masivamente en redes sociales, dejó clara la brutalidad del acto. La víctima manejaba un vehículo similar a los de la empresa Norlima, una de las muchas extorsionadas en Lima Norte.

La violencia de estos grupos es insaciable. Los ocho distritos que conforman esta zona se han convertido en el epicentro del crimen organizado. Se estima que al menos cinco personas mueren cada día debido al sicariato, el cobro de cupos extorsivos y los secuestros. En Año Nuevo, Comas, dejaron el cuerpo de Jesús Alfredo Esteban Hilario, un mototaxista que pagaba puntualmente sus cupos. Para los injertos del cono norte, nadie está a salvo.

Los criminales actúan con total impunidad. Conocen las frecuencias de los viajes, los trayectos y las caras de sus víctimas. En Año Nuevo, dispararon contra una pollería, sembrando el pánico entre los clientes que apenas tuvieron tiempo de agacharse para salvar sus vidas.

Erick Moreno Hernández, apodado “El Monstruo”, ha extendido su red de terror más allá de las fronteras peruanas. Su lugarteniente en Sao Paulo, Jhan Pier Guevara Dávalos, representa la internacionalización del grupo. Esta franquicia criminal, nacida en los barrios de Lima Norte, sigue ganando terreno, dejando un rastro de sangre y miedo tanto en Perú como en el extranjero.

El terror sembrado por los injertos del cono norte evidencia la urgente necesidad de una respuesta contundente de las autoridades. Mientras los extorsionadores graban y difunden sus atentados, la población exige justicia y seguridad.

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